La mentalidad americana para sobreponerse a los fracasos

Dejadnos que os contemos una historia de un hombre. Le vamos a llamar señor K.

El señor K tuvo que afrontar la pérdida de su padre de muy pequeño, a los 5 años. Tan jovencito muchas veces ya se hacía cargo de sus dos hermanos menores cocinando para ellos en casa. A los 12 decidió dejar de estudiar para ayudar en la granja familiar, aunque huyó del hogar al sufrir malos tratos por parte de su padrastro. A los 15 se alistó en el ejército con un documento falso, completó el servicio militar pero fue finalmente rechazado. A los 17 ya había pasado por una serie de trabajos como marino mercante, vendedor de seguros o bombero de ferrocarriles y en ninguno tuvo éxito.

Recién cumplida la mayoría de edad se casó, pero siete años después su mujer le dejó y se llevó a su hija. Lejos de derrumbarse, el señor K siguió peleando por sobrevivir. Llegó a ejercer de lavaplatos en una pequeña cafetería. Y luego apostó por dedicarse a lo que ya sabía hacer de pequeño: cocinar. A los 39 años consiguió adquirir una gasolinera donde empezó a vender una de sus recetas especiales (que patentó casi una década después).

Rondaba los 50 y parecía que todo iba bien para el señor K. Pero la construcción de una carretera alejó el tráfico y con ello el paso de clientes en su restaurante. Quebró.

Ya con 60 años pudo al menos vender su establecimiento y empezó a cocinar y repartir su famosa receta por todo el país. Pensó en franquiciar el negocio y llamó a más de 2.000 puertas que le negaron cualquier posibilidad de acuerdo. Pero finalmente, con 74 años de edad, un grupo inversor le hizo una oferta irrechazable y convirtió al señor K en un reputadísimo multimillonario.

Esta historia podría ser ficticia o sacada de una película al más puro estilo Hollywood. Si fuera así, empezaría diciendo aquello de “basada en hechos reales”. Porque el señor K existió. Y aunque falleciera en 1980, hoy en día sigue siendo todo un icono, ya que su imagen es el logo que puede verse en una de las grandes cadenas de comida rápida que hay en el mundo: KFC.

Sí, el señor K en realidad es Harald David Sanders, popularmente conocido como “El Coronel” Sanders, título que le otorgó en su día el estado de Kentucky, como hijo ilustre por su fama como buen cocinero. Y su vida es el claro reflejo de la mentalidad americana de superación ante el fracaso.

Somos muy fans de todas esas personas que nunca se rinden. Nunca. Que cada nuevo tropiezo saben que en el fondo les está acercando a un éxito por llegar. Es algo intrínseco en la cultura de la sociedad estadounidense. Y de la que aquí aún tenemos que aprender y mucho.

Como muestra, una estadística: el 75% de los jóvenes españoles quieren ser funcionarios, mientras que ese mismo porcentaje de estudiantes americanos aspiran a ser emprendedores. Es decir, estabilidad (presuntamente y en teoría) frente a riesgo y osadía. Y en realidad, el mundo es de la gente que se la juega.

En las universidades americanas ya hace tiempo que lo tienen claro. Incluso existe una carrera específica para futuros emprendedores (“Entrepeneurship”), donde se enseña a crear tu propia empresa desde cero, con buena base.

Ya lo dijo Antonio Banderas, famoso actor malagueño instalado y totalmente integrado en la vida americana desde hace muchos años. Lo dijo en una entrevista en el programa ‘El Hormiguero’ de Antena3 TV. Y sus declaraciones se hicieron virales, aunque en realidad no deberían habernos sorprendido tanto (si queréis, podéis recuperar el momento a través de este enlace: https://www.facebook.com/InfoJobs/videos/10153347293255672/). Es precisamente ese espíritu emprendedor, de perseguir siempre el gran sueño, de no darse por vencido jamás, de pelear, trabajar, esforzarse, persistir… Esa mentalidad es la gran diferencia. Porque los fracasos no existen. Son aprendizajes de los que levantarse más sabios y más fuertes.